La enfermedad cardiovascular ateroesclerótica es la primera causa de muerte en el mundo, morbilidad y gasto sanitario en los países industrializados. Tiene un gran impacto en la salud y en la calidad de vida de los pacientes.
El cálculo del riesgo cardiovascular es el primer paso en la prevención de la enfermedad cardiovascular ateroesclerótica. Se realiza mediante herramientas que calculan la probabilidad de sufrir un episodio cardiovascular en un periodo de tiempo, lo que facilita la toma de decisiones sobre el tratamiento más adecuado.
Las guías de la European Society of Cardiology/European Atherosclerosis Society, y de la ESC de prevención cardiovascular del año 2021 aconsejan utilizar la escala SCORE2 y SCORE2-OP.
Se ha calculado el riesgo no solo de mortalidad cardiovascular, sino de desarrollar un infarto de miocardio o un ictus no fatal. Además, se ha desarrollado el SCORE2-OP para su aplicación en edades superiores, hasta los 89 años.
Las variables que predicen el riesgo son sexo, edad, tabaquismo, presión arterial sistólica y, en este nuevo índice, el parámetro lipídico incluido es el colesterol no HDL y no el colesterol total.
La gran mayoría de las enfermedades cardiovasculares ateroescleróticas podrían prevenirse con una intervención adecuada sobre los factores de riesgo cardiovascular. Por eso, la detección y el tratamiento precoz son fundamentales.
Los factores de riesgo cardiovascular modificables incluyen la obesidad, la hipertensión, la hipercolesterolemia, el sedentarismo y el tabaco.
Entre los factores de riesgo cardiovascular no modificables se encuentran la edad, el sexo: hasta los 55 años, el riesgo es mayor en los hombres y a partir de la menopausia se iguala, y el nivel socioeconómico, un nivel bajo favorece la aparición de enfermedad cardiovascular ateroesclerótica.
La diabetes mellitus es equivalente a la enfermedad cardiovascular ateroesclerótica establecida, cuyo control estricto puede reducir la incidencia de episodios cardiovasculares hasta un 50 %, disminuyendo así las complicaciones y la mortalidad.
Se sabe que con las estrategias de prevención adecuadas se podría reducir la incidencia de las enfermedad cardiovascular ateroesclerótica hasta un 80 %.
Por tanto, la evaluación, prevención, diagnóstico y control de los factores de los factores de riesgo cardiovascular son fundamentales.
Las estatinas son uno de los tratamientos hipolipemiantes más eficaces en su objetivo de reducir el colesterol LDL.
La elección del tipo de estatina debe fundamentarse en los objetivos de tratamiento para cada paciente según el riesgo cardiovascular.
Han demostrado reducir los episodios cardiovasculares en pacientes sin enfermedad cardiovascular ateroesclerótica, incluso con concentraciones no elevadas de colesterol.
La reducción del riesgo relativo de la enfermedad cardiovascular ateroesclerótica con las estatinas es independiente del factores de riesgo cardiovascular basal.
Para que el tratamiento sea eficiente es importante seleccionar a los pacientes con un alto riesgo cardiovascular basal.
Las guías actuales recomiendan la combinación de estatina con ezetimiba cuando no se logran los objetivos calculados según el riesgo cardiovascular del paciente.
Por otro lado, las recomendaciones actuales en caso de no tolerarse las estatinas establecen que debe considerarse la terapia con ezetimiba.
El estudio RACING, un ensayo clínico abierto de no-inferioridad surcoreano, incluyó a pacientes con enfermedad cardiovascular establecida. Se aleatorizaron 1:1 a tratamiento con estatina de alta potencia (rosuvastatina 20 mg) o media potencia (rosuvastatina 10 mg) combinado con ezetimiba (10 mg).
De esta forma, se pudo demostrar que el tratamiento combinado con estatinas de media potencia y ezetimiba fue no inferior a la monoterapia con estatinas de alta potencia en el objetivo combinado a 3 años de eventos cardiovasculares, lo que sugiere un mejor control lipídico y mayor tolerancia.
Así, se puede concluir que la adición de ezetimiba al tratamiento con estatinas resulta en una reducción de los niveles de colesterol LDL y de eventos cardiovasculares a largo plazo. Se puede lograr un mejor control lipídico y mayor tolerancia frente a la monoterapia con estatinas.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores especialistas en Endocrinología Alicia Nieto Santamaría, del Hospital HM Rosaleda, los médicos de Familia Nerea Ares Furelos, del Centro de Salud Vilanova; Lorena Peleteiro Pedraza, del Centro de Salud Boiro; Manuel Bacariza Cortiñas, del Centro de Salud Vite, y el cardiólogo Luis López Barreiro, del Hospital Universitario de Santiago de Compostela.
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