La Federación de Asociaciones de Farmacias de Cataluña (FEFAC) es la única entidad que representa en exclusiva los intereses de los titulares de oficina de farmacia de Cataluña. Surgió en el año 1990 de la unión de las cuatro asociaciones de farmacias provinciales, con la misión de negociar el convenio colectivo de farmacias. Con el paso del tiempo, ha ido adquiriendo una dimensión más amplia y compleja, dando respuesta a las necesidades de los farmacéuticos en el ámbito social, económico, laboral, fiscal, legal y creando servicios útiles para el colectivo en cada momento.
Acabar con la sexta ola de la COVID-19 que nos azota. Se ha demostrado que esta pandemia es impredecible y lo difícil de gestionar la mayor tasa de contagios respecto a olas anteriores. Después de dos largos años de emergencia sanitaria, los farmacéuticos y el resto de profesionales sanitarios y trabajadores de la salud, tanto de la pública como de la privada, se encuentran más que agotados en todos los sentidos.
El final de esta situación está todavía lejos y hay que seguir al pie del cañón para hacer frente a esta pandemia y acabar con el coronavirus. Nos ocupa el hecho de conseguir integrar estratégicamente la farmacia en los protocolos de salud pública y atención primaria, sin perder nuestra esencia de farmacéuticos y sin pretender sustituir a otros profesionales sino complementarnos, buscando sinergias que permitan una mejor eficiencia del sistema y presencia de la farmacia.
Digamos que la pandemia ha acelerado procesos que quizá con el tiempo se hubieran dado de manera natural. La pandemia ha acentuado el rol como profesionales sanitarios de los farmacéuticos y ha hecho visible la importancia de la red de oficinas de farmacia española, que consigue que el 99% de la población tenga una farmacia en su municipio. En este contexto, la farmacia ha de seguir desarrollando un papel activo en la detección de problemas de salud pública en colaboración con los médicos de atención primaria, seguimiento de la cronicidad y cumplimiento terapéutico, participar en cribados, desarrollar campañas de prevención y promoción de la salud, seguimiento epidemiológico o colaborar en la mejora de coberturas de vacunación. Igualmente, son necesarias vías de colaboración con la farmacia hospitalaria, tal como se han desarrollado durante la crisis de la COVID-19, para mejorar el acceso de los pacientes a los medicamentos hospitalarios de dispensación ambulatoria, con el fin de evitar desplazamientos y costos ineficientes.
La crisis sanitaria ha puesto sobre la mesa la necesidad de desarrollar nuevas modalidades de atención domiciliaria desde la farmacia comunitaria, especialmente en el caso de personas de riesgo, mayores, frágiles, con discapacidad y pacientes crónicos vulnerables. Los sistemas de comunicación existentes y de información disponible en el marco de la receta electrónica y la historia clínica del paciente han de seguir potenciándose para explotar todas sus posibilidades, permitiendo aportar más valor y servicios a los pacientes, así como una mejor comunicación entre profesionales y el conjunto del sistema sanitario.
Desde la patronal de farmacias FEFAC defendemos una integración plena de la farmacia en el sistema sanitario, puesto que creemos que la farmacia es clave como punto de primer contacto con el sistema, ayuda e información sanitaria.
El Departamento de Salud ha añadido una nueva vía para que las personas que tengan un resultado positivo de COVID-19 mediante un test de autodiagnóstico lo puedan notificar, además de las ya existentes, que son mediante una e-consulta en la carpeta de salud del ciudadano (La Meva Salut), a través de una web habilitada para ello (citasalud.gencat.cat) o contactando con el CAP o llamando al 061. De este modo, desde principios de enero, las farmacias colaboran, de manera temporal y puntual, para registrar el resultado positivo de los test de autodiagnóstico que las personas realizan en sus domicilios.
Desde la empresarial creemos que esta colaboración de la red de farmacias ha permitido colaborar a rebajar la presión sobre los centros de atención primaria (CAP), que a pesar de tratarse de una situación “compleja y excepcional”, es una forma de poner en valor el papel de los farmacéuticos y sus equipos como herramienta estratégica de la política de salud pública y atención primaria. Es un paso más hacia la integración de la farmacia en el sistema sanitario que defendemos.
Este tema, que desde el inicio y también ahora mismo está sobre la mesa, no se está haciendo. Desde la empresarial hemos expresado en reiteradas ocasiones que las farmacias están capacitadas para hacerlo y seguiremos defendiéndolo. Lo que sí están emitiendo las farmacias en Cataluña son informes de negatividad o positividad de antígenos que quedan registrados en la historia clínica del paciente.
Carece de lógica que actualmente podamos supervisar pruebas realizadas con test de diagnóstico (IVD) en la campaña de las escuelas que generan código QR europeo, que podamos dispensar envases de test IVD a los ciudadanos para que se realicen autotest, que podamos supervisar pruebas con test de autodiagnóstico generando informe clínico firmado por CatSalut, y que, a pesar de todo ello, no podamos supervisar con test (IVD) a cualquier persona, además de a escolares.
Es la primera vez que la farmacia comunitaria diagnostica e integra los resultados o datos directamente en la historia clínica del ciudadano sin ulterior comprobación analítica. Al mismo tiempo, se generan tres acciones inmediatas cuando el registro es de un caso positivo: se recibe notificación en atención primaria para realizar el seguimiento clínico del enfermo, a salud pública, para controlar la evolución de la pandemia, y al Departamento de Trabajo, para gestionar la baja laboral. Así pues, este acto profesional va mucho más allá de la generación del informe que permite o no el acceso a determinadas actividades.
En el ámbito social y personal también es básico, sirve especialmente si nos reunimos con familiares y amigos, para demostrar si estamos contagiados o no y poder certificar nuestro estado de salud. Dicho esto, puesto que la normativa exige el pasaporte COVID-19, es muy importante y necesario que para continuar colaborando en descongestionar la atención primaria y mejorar el servicio al ciudadano, nacional y extranjero, también podamos generar dicho código QR europeo de negatividad en prueba de antígenos, pues actualmente solo hay dos vías para lograrlo.
La primera es acudir a un CAP o a urgencias “aparentando” tener síntomas y que, al realizar el test, como es su obligación, y obtener un negativo, se genere el QR EU automáticamente, pero a precio de congestionar dichos centros de atención, que bastante tienen con los problemas reales.
La otra vía es a través de centros de análisis clínicos, cuya cobertura y acceso no tiene punto de comparación alguno con el de la red de farmacias, hecho que facilitaría simultáneamente el “fraude” que supone compartir código QR e incrementar su obtención aún más generalizada, facilitando el control de la transmisión comunitaria.
Desde la empresarial que presido lo vemos de forma dual. Por una parte, como algo positivo en el fondo y, por otra parte, negativo en la forma y el momento en el que se ha hecho. Es positivo porque el test es un producto sanitario que ha de estar al alcance de todo el mundo y la farmacia es la red de profesionales sanitarios más cercana, accesible y uniforme. Además, supone que, al no distribuir los test en redes comerciales de consumo y no sanitarias, las farmacias puedan continuar realizando su triple labor, antes, durante y después de la dispensación. Y, finalmente, esta medida acaba con el aumento excesivo de precio fruto de la relación oferta demanda.
Antes de la dispensación, los farmacéuticos de toda la cadena y de las farmacias garantizan la calidad, trazabilidad y seguimiento del producto desde que se fabrica hasta que llega al ciudadano, garantizando así las características del mismo.
Durante el momento de la dispensación, el farmacéutico aconseja y explica cómo debe realizarse, así como las medidas a adoptar, tanto si el resultado es positivo como negativo.
Después de la dispensación, se realiza el seguimiento y notificación de casos positivos para descargar al sistema sanitario y para que salud pública reconozca la evolución de la pandemia, así como que el ciudadano pueda tramitar su baja laboral.
En cuanto a la forma, creemos que es muy mejorable, puesto que se toma en el momento en que las farmacias y distribución acababan de reponer sus stocks, agotados días antes de Navidad, es decir en un momento en que el impacto económico es máximo y sin ninguna medida compensatoria, reguladora ni de moratoria para que las farmacias que compraron test a precios más altos antes de que entre en vigor la normativa y que ahora evidentemente tendrán un impacto negativo.
En cuanto al momento, pensamos que tendría que haberse realizado al principio, tal y como propusimos, para conseguir un mercado estable y no caer en el error de fijar el precio cuando la demanda es alta y la oferta muy baja. Este es el peor momento.
Una farmacia es un establecimiento sanitario privado de interés público. “Privado” quiere decir que los resultados económicos de la gestión y la consiguiente sostenibilidad y solvencia están a cargo y son responsabilidad del titular, y es este quien debe afrontar las obligaciones y consecuencias que conlleva. Siempre cito dos ejemplos vividos en Cataluña, pero extrapolables a cualquier ámbito nacional, con un grave impacto en la economía de la farmacia y de su titular.
El primero es la época de los impagos y los meses de retraso en el cobro, y hasta qué punto tuvimos que reclamar y exigir la puesta al día en los pagos. El trabajo conjunto del Consejo de Colegios de Farmacéuticos de Cataluña y FEFAC que afectaba a todas las farmacias, pero en mayor medida cuanta más dependencia de la receta pública tuviese la farmacia, consiguió que nos fuesen liquidadas en su totalidad.
Y el segundo lo hemos vivido durante esta pandemia, con las restricciones de movilidad y visitas de turistas limitadas o inexistentes, que afectaba principalmente a las farmacias dependientes de afluencia de personas o de actividad, laboral o comercial.
En Cataluña, gracias al trabajo conjunto de FEFAC y PIMEC se ha consiguió primero que se ampliasen los CNAE incluidos en las ayudas y que todas las farmacias afectadas puedan acogerse a las mismas en igualdad de condiciones que el resto de empresas.
Durante los meses más duros de pandemia las farmacias permanecieron abiertas dando servicio a la población. Más del 80% aconsejaron a personas que manifestaban síntomas de la COVID-19. Solo un 2,3% de las farmacias en Cataluña tuvo que cerrar temporalmente a causa de la COVID-19 y el más del 90% de ellas mantuvo los puestos de trabajo. Las principales medidas aplicadas en el ámbito financiero fueron mayoritariamente recursos propios en casi un 60% de los casos. Un 20% recurrieron a financiación externa tipo ICO, ICF-Avalis u otros.
FEFAC es miembro de PIMEC, la asociación empresarial catalana que agrupa y representa a los autónomos, las micro y las pequeñas y medianas empresas de Cataluña. Yo soy presidente de FEFAC, pero también miembro de la Junta Directiva y del Comité ejecutivo de PIMEC, y presidente de la sectorial de Servicios de Salud y Sociales de PIMEC. PIMEC, a través de su organización Autónomos PIMEC defiende también los intereses del conjunto de autónomos de Cataluña, entre los que se encuentran los titulares de oficina de farmacia.
PIMEC representa, por lo tanto, de una forma coherente, los intereses de los farmacéuticos titulares desde una doble vertiente: sectorialmente a través de FEFAC, y como autónomos desde PIMEC Autónomos.
En definitiva, el papel de FEFAC, Autónomos PIMEC y PIMEC son relevantes y exclusivos en los ámbitos de empresa, laboral, economía, social, ordenación del mercado y autónomos.
Durante la presidencia de FEFAC de Ramón Casanovas, mi antecesor, se tomó la decisión de abandonar FEFE por diferencias importantes en temas de la máxima relevancia, pero eso es el pasado y como tal ya no puede ser cambiado. Si nos situamos en el presente, hay un hecho capital, que es la pertenencia a dos empresariales diferentes. FEFAC está integrada en PIMEC y a su vez en Conpymes, que representa de forma independiente a los autónomos, las micro y las pequeñas empresas a nivel de Cataluña y nacional respectivamente, y ambas están implicadas en la Plataforma Multisectorial Contra la Morosidad (PMcM).
FEFE está bajo el paraguas de CEPYME y CEOE, siendo CEPYME dependiente de CEOE. Así pues, no nos parece la mejor opción para la defensa de una microempresa o un autónomo, como es la farmacia y el titular, depender de una estructura de las grandes empresas, puesto que en muchas ocasiones los intereses de unas y otras con contrapuestos. Tanto es así que, en toda Europa, las organizaciones representativas de ambos tipos de empresa están diferenciados en organizaciones diferentes como sucede en Cataluña.
Como decíamos antes, la empresarial defiende única y exclusivamente los intereses de los titulares de oficina de farmacia. Los colegios de farmacéuticos representan a todos los farmacéuticos, titulares, adjuntos, farmacéuticos hospitalarios… y hay temas de interés en los que no pueden posicionarse, por ejemplo, en temas de negociación del convenio colectivo, relaciones laborales, económico-empresariales, etc. FEFAC es quien negocia el convenio colectivo y para tener fuerza en las negociaciones necesita el soporte del mayor número de profesionales farmacéuticos titulares.
La unión hace la fuerza y es importante que estemos todos, independientemente de si somos grandes, medianos o pequeños, de si somos una farmacia de barrio, rural o turística, y del tamaño del equipo. Somos y seremos más importantes cuantas más farmacias seamos. Ningún tipo de farmacia sobrevivirá sin el resto, y otros modelos de distribución de medicamentos pueden implantarse si no somos una red.
Ser socio de la empresarial es implicarse y contribuir a adaptar nuestro modelo de farmacia, en el que somos agentes de salud clave en la estabilidad social del ámbito al que pertenecemos, para ofrecer la mejor respuesta a las necesidades del usuario, potenciando simultáneamente nuestros valores y mejorando nuestra solvencia y sostenibilidad económica. Si los titulares, que somos los más implicados en nuestras farmacias, no promovemos juntos que la farmacia sea considerada y utilizada como un elemento estructural de la sociedad, sufrirá el modelo de farmacia, sufrirá el sistema sanitario, sufrirá el ciudadano y todos nosotros obviamente también sufriremos.
Llevamos muchos años negociando el convenio colectivo y siempre hemos llegado a acuerdos en beneficio de todos, con la parte social representada por los sindicatos. Pero la clave del éxito ha sido siempre que hemos sido capaces de mantenerlas en el ámbito de la mesa de negociación, que es el lugar concebido para ello, respetando siempre dos principios, la buena voluntad de las partes para llegar a acuerdos y la discreción de las mismas. Pero si conviene tener presente que nadie firma algo que no considera suficientemente adecuado para sus representados y que las aparentes diferencias no siempre son lo que parecen.
Nos encontramos ante una oportunidad y un gran reto, pero simultáneamente frente a un gran riesgo debido a los cambios de hábitos de los ciudadanos y a la banalización de las responsabilidades profesionales. La oportunidad viene de implantar una mayor orientación asistencial, de aprovechar que somos muy frecuentemente el primer y último punto de contacto del ciudadano con el sistema sanitario, ser punto de comunicación para difundir y recibir informaciones reales y fidedignas, de mejorar para ser todavía más accesibles y aún más conocedores de todos los medicamentos y de su uso correcto. Todo esto ha de ser nuestro norte, ser mejores farmacéuticos, junto con promover la solvencia y sostenibilidad económica para mantener la calidad del servicio que prestamos.
Los riesgos vienen de la globalización y el cambio climático. Situaciones como la provocada por la COVID-19 y la digitalización generan necesidades y cambios de hábitos del ciudadano cada vez más relevantes y rápidos. Son retos que la farmacia y la Administración tienen que tener en cuenta y saber afrontar coordinadamente y sin perder nuestros valores.
Al principio de la entrevista decíamos que hemos dado el primer paso para la integración de la farmacia en el sistema sanitario. Necesitamos conseguir el mismo nivel de confianza en el ámbito del resto de profesiones sanitarias, y lo haremos trabajando conjuntamente y siendo capaces de mostrar, de forma proactiva pero técnica, el valor de aquello que aportamos en beneficio de todos.
Ganar esta confianza nos llevará a una mayor interacción con primaria y salud pública, y eso hará que tanto la población como el sistema sanitario y la farmacia salgan favorecidos. Este es el gran reto.
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