Ya lo decía Charles Darwin: “Las especies que sobreviven no son las más fuertes, ni las más rápidas, ni las más inteligentes; sino aquellas que se adaptan mejor al cambio”. Y si hacemos de la farmacia y los profesionales que se dedican a ella una “especie” como comercio sanitario, accesible y al alcance de la población, cumplir con la afirmación del sabio Darwin se hace más que una obligación, si queremos hablar de evolución del sector.
Si le preguntásemos a un paciente qué se le pasa por la cabeza cuando escucha o lee la palabra farmacia y presta atención a lo que su mente proyecta, seguro que en ese momento visualiza un espacio físico limpio, pulcro, lleno de productos de cuidado de salud, de medicamentos, un espacio agradable, donde la temperatura siempre es adecuada (fresquita en verano y agradable en invierno), y donde acude como primera opción cuando le invaden todas las dudas que guardan relación con su salud y bienestar. Eso sí, además de acudir a por sus medicamentos cuando el médico le realiza una prescripción médica.
Que la farmacia es el lugar al que acudir a por nuestros medicamentos podría ser una definición generalista y yo me atrevería a decir que hoy en día algo “simplista”. Y explico esto de simplista. En la farmacia se DISPENSA, por lo tanto, eso quiere decir que tras ella hay un personal cualificado para que ese acto de dispensación sea exitoso, y esto conlleva asegurarse, en la medida de lo posible, que el paciente al que se le entrega su medicación vaya a cumplir de forma adecuada el tratamiento médico. Por lo que es imprescindible explicar de forma clara y concisa cómo debe hacer uso del mismo para que esto ocurra, y este mero hecho, ya conlleva cierta complejidad.
Que la farmacia es el lugar al que acudir a resolver las dudas e inquietudes sanitarias que le surgen a la población, podría ser una definición algo más completa. Porque la farmacia es el espacio físico sanitario más accesible a todos nosotros. Y si no, tan solo hay que dar un vistazo hacia arriba cuando se va caminando por la calle y en cuestión de pocos minutos se ve una cruz verde al girar una calle, que indica que ahí, cerca del paciente, hay un lugar al que puede acudir para hablar de salud.
Pero desde la farmacia, como “especie”, no podemos olvidarnos de un componente que está revolucionando la forma que tenemos de comportarnos, de pensar, de actuar, de reaccionar, de buscar la información, en definitiva, de interactuar. Y ese medio es el espacio digital. Ese espacio que aunque no sea físico, nos leemos, nos escuchamos, y nos vemos. Un nuevo espacio, donde interactuamos de una manera diferente, que nos hace poder llegar a más personas, poder ayudar a más pacientes. Figura 1.
Hoy en día, aunque la mayor parte de las consultas farmacoterapéuticas y de salud se llevan a cabo de forma física en la farmacia, cada vez es más frecuente que nos lleguen correos electrónicos con mensajes llenos de inquietudes y dudas sobre el uso de ciertos productos cosméticos, de nutrición, dudas sobre cómo utilizar los medicamentos, sobre interacciones… Y donde todo ese comportamiento de la población, con la e-salud, queda reflejado y detallado en un completo estudio realizado por el Observatorio Nacional de las Telecomunicaciones y de la Sociedad de la Información (ONSTI), que trata el alcance que la e-sanidad está adquiriendo entre la población y los profesionales sanitarios, y que concluye, en cuanto al grado de satisfacción de la teleasistencia, que un 85,8 por ciento de los encuestados (una muestra de 5.000 ciudadanos), se siente muy satisfecho al tener fácil acceso al profesional sanitario por esta vía de comunicación.
http://www.ontsi.red.es/ontsi/sites/ontsi/files/los_ciudadanos_ante_la_e-sanidad.pdf
Porque, ahora que lo tenemos todo a golpe de click, ¿dónde buscan nuestros pacientes la información en primer lugar? ¿Dónde ponen la palabra del medicamento que le acaba de prescribir el médico? ¿Dónde buscan opiniones de cómo funciona esa crema de la que tanto hablan por ahí?
En Internet, ¿verdad? Si no es el primer lugar donde acuden a consultarlo, a lo mejor es el segundo, porque quizás antes ha buscado otra primera opinión (de su farmacéutico, de su vecina, de su amiga, de su madre…), la cuestión, es que acaba sucumbiendo a la rapidez y comodidad de la red.
Por eso, por los pacientes que acuden a diferentes fuentes y medios para buscar la información, los profesionales de la farmacia debemos estar presentes. Figura 2.
Los farmacéuticos en representación de la farmacia virtual debemos situarnos ahí, para que nos encuentren y sigan teniendo esa accesibilidad que existe físicamente cuando van caminando por la calle. Porque es clave que cuando levanten la cabeza del teclado del ordenador o de su teléfono móvil para ver el resultado de la búsqueda sanitaria que estén realizando, aparezca un profesional sanitario, y la farmacia virtual como ese lugar sanitario virtual, al que “acudir” y reflejar, sus inquietudes y dudas sanitarias como si de la farmacia física se tratase.
De ahí surge el farmacéutico/a 3.0. De ahí surge la farmacia 3.0. Una vez más, la farmacia como entidad de Salud debe evolucionar como lo está haciendo, y adaptarse para poder seguir cubriendo las necesidades de sus pacientes, aquellos que acuden en búsqueda del consejo farmacéutico (consejo sanitario), sea cual sea el medio por el que se realice la comunicación. Un concepto de farmacia, donde tan solo hay que incluir una nueva forma de comunicación con sus pacientes. La esencia del consejo farmacéutico debe seguir siendo la misma. La prioridad de la salud de los pacientes que pasen por ella debe seguir siendo la misma. Figura 3.
El paciente busca información ofrecida por profesionales sanitarios, “pide a gritos” con sus búsquedas diarias en la red fuentes en las que confiar y depositar su salud. El cambio es sencillo, y ya se está produciendo, simplemente hay que estar ahí para cuando levanten la cabeza del teclado.
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