Practicar un deporte es sinónimo de salud, pero el exceso de ejercicio físico puede acelerar el envejecimiento y hacer que la persona sea más vulnerable a padecer diferentes patologías. El ejercicio físico fortalece el corazón, activa el cerebro, mantiene fuertes huesos y músculos, ayuda a perder peso, reduce grasa abdominal y previene patologías como diabetes o hipertensión. Su exceso acelera el envejecimiento, favorece la osteoporosis, agrava el asma, aumenta la aparición de arritmias y patologías cardiacas, provoca deshidrataciones y golpes de calor en verano. Los síntomas del exceso de ejercicio son el cansancio, la pérdida de peso, el ritmo cardiaco acelerado, la alteración en la coordinación de los movimientos, la dificultad para dormir o despertar, la amenorrea (falta de menstruación), la lenta recuperación del ritmo cardiaco tras el ejercicio y el rendimiento deficiente en las actividades cotidianas.
Diversas investigaciones han demostrado que el porcentaje de hombres con fibrilación auricular de causa desconocida que practicaban deportes de resistencia es mayor que el registrado entre la población en general. La práctica de deporte de resistencia durante años aumenta en tres veces la posibilidad de presentar fibrilación auricular y cinco veces fibrilación de tipo vagal, que aparece durante el sueño o después de las comidas.
Cuando se fuerza el cuerpo éste libera más radicales libres, favorece el debilitamiento de los músculos y los huesos y altera las reacciones metabólicas. En verano, un exceso o sobreesfuerzo también puede provocar deshidratación. Una de las principales causas por las que se cae en el exceso de actividad física suele ser el peso, en concreto, adelgazar. Si la persona no puede pasar un solo día sin hacer deporte, llega a la extenuación o le dedica más de 90 minutos al día, seguramente es demasiado ejercicio.
Habitualmente, acuden a consulta más pacientes sedentarios que deportistas. Pero se sabe que el entrenamiento y el deporte de competición son potenciales desencadenantes de arritmias ventriculares malignas en individuos con alguna predisposición. También está la preocupación por la muerte súbita. Suele deberse a enfermedades cardiacas no conocidas, con una primera y única manifestación de la enfermedad. Aunque no está claro si la muerte súbita ocurre más durante el ejercicio que en reposo, se cree que el ejercicio es un desencadenante potencial.
Se sabe que practicar ejercicio físico con regularidad reduce los eventos cardiovasculares, aunque en personas sedentarias, cuando se realiza un entrenamiento energético, aumenta el riesgo cardiovascular, por la rotura de placas ateroscleróticas que no condicionan estenosis significativa previa en muchas ocasiones. Cuando el paciente acude a consulta, tanto del médico de familia como del cardiólogo, se valora su riesgo cardiovascular y se le informa de los posibles riesgos y beneficios de controlarlo. Los factores de riesgo tienden a agruparse y actuar sinérgicamente; por tanto, un individuo con varios factores tiene mayor riesgo de presentar un evento cardiovascular superior a la suma de ellos. Al aumentar la cantidad de personas que practican deporte, se elevan las demandas de recomendaciones de aptitud en las consultas médicas, lo cual es un problema ya que en general se desconoce el funcionamiento y exigencias de los principales deportes. El paciente debe conocer sus factores de riesgo cardiovascular para evitar posibles eventos cardiovasculares.
Así, el tratamiento preventivo de estos pacientes se establece si observa alguna lesión. En los casos de accidente cerebrovascular, hay que tener en cuenta que la actividad física y la práctica deportiva son elementos básicos de los estilos de vida saludables y producen tanto beneficios físicos como mentales. La actividad física, junto con una nutrición saludable, mejora la calidad de vida, la longevidad y la salud de la población. Por tanto, hay que valorar los factores de riesgo del paciente para tratarlos y, en función de ellos, realizar un ejercicio físico controlado. Los pacientes que abusan del deporte suelen estar obsesionados con su aspecto físico y en ocasiones consumen hormonas, esteroides y anabolizantes, a lo que hay que añadir una nutrición poco saludable a base de proteínas en exceso, aminoácidos y carbohidratos. El tratamiento consistiría en modificar esos malos hábitos, realizando otras actividades que no sean sólo deportivas, y también ayudarles a recuperar su autoestima, si es necesario con ayuda psicológica.
Cuando se observa una lesión hay que ver si es de forma accidental o por las malas prácticas de entrenamiento. También el exceso de deporte puede ocasionar enfermedades cardiacas. Estas lesiones pueden estar provocadas por factores externos, como entrenamientos muy intensos o consumo prolongado de algunas drogas, incluso de ciertos fármacos y factores internos como la genética ( enfermedades hereditarias o síndromes). Las arritmias o cardiomegalia son afecciones típicas del exceso de deporte. También el uso excesivo de esteroides y hormonas está relacionado con los fallos cardiacos. Gracias a la prevención secundaria se pueden detectar y aplicar tratamiento a estas enfermedades en estados muy tempranos.
En los casos de ACV el ejercicio intenso provoca un aumento de la presión arterial, lo que puede causar un derrame cerebral. En pacientes con trastornos vasculares, como hipertensión o aterosclerosis, el ejercicio físico puede provocar un posible ACV más fácilmente. En estos casos, suelen llegar pacientes tratados con productos que han comprado directamente en la oficina de farmacia o por internet. Algunos deportistas adquieren suplementos alimentarios como proteínas, aminoácidos y vitaminas para ayudar al desarrollo muscular y rendimiento deportivo. Suelen comprar suero de proteínas para desarrollar musculatura y aminoácidos para recuperarse del entrenamiento. También usan creatina para tener energía suficiente para sesiones duras de entrenamiento y cápsulas de multivitaminas, para tener buena salud. Más peligroso es el uso de anabolizantes para aumentar la masa muscular y el almacenamiento de energía, mejorando así el aspecto físico y el rendimiento. La obligación del médico es informarles de los posibles riesgos que pueden presentar.
Se puede disminuir las consecuencias del exceso de ejercicio si uno es consciente de que realmente el ejercicio se ha convertido en el centro de su vida y se sientes culpable cuando no puedes realizarlo.
En general, la población española de mayor edad es más sedentaria de lo que debiera, a diferencia de los más jóvenes. Se recomienda aumentar la actividad física en la vida cotidiana, fomentando actividades como subir por la escalera en lugar de emplear el ascensor, el desplazarse caminando o en bicicleta y estimular deportes acorde a su condición física. Estas medidas han demostrado beneficios, por lo que debería ser asignatura obligada, tanto para personal sanitario como políticos, el defender este cambio de costumbres.
En este sentido, el farmacéutico comunitario es el encargado de atender las necesidades de los pacientes en relación a los medicamentos que utilizan, colaborando con las administraciones sanitarias para garantizar la prestación farmacéutica y desarrollando todas aquellas cuestiones que estén relacionadas con la salud. Puede preguntar al paciente en sus visitas si realiza ejercicio físico, así como tratar de aconsejar la realización de actividad física. Es un eslabón más en la cadena de motivadores que pueden ayudar sin duda a que el paciente realice más actividad física, y, por tanto, mejore su salud.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores especialistas en Medicina de Familia Manuel Aguirre Pardillos, Juan Dimas García, Heliodoro Ibáñez Bargues y Fernando Fenollosa Adam, del Centro de Salud Sueca, en Valencia, y Daniel José Elena Aldana, Francisco José Serrano Guerra y Sladana Obradovic Stanojevic.
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