Persona cocinando saludable
En pacientes con dislipemia, independientemente del nivel de riesgo, hay que comenzar con recomendaciones de cambio de hábitos vida para conseguir bajar el riesgo cardiovascular, luego ya se iniciará el tratamiento farmacológico. Para ello, es importante seguir una dieta baja en calorías, reducir las grasas saturadas, eliminar el tabaco y el alcohol, hacer ejercicio físico diario, sobre 30 minutos, e incorporar a la dieta alimentos ricos en fitoesteroles.
Como estas medidas de cambio de hábitos y dietéticas no se consiguen unos descensos importantes y prolongados en el tiempo, hay que pasar a la pauta farmacológica.
El estudio IMPROVE-IT demostró que cuanto más se bajen los niveles de cLDL, mayor es reducción de los niveles de colesterol. Esto se traduce en una mejoría de los factores de riesgo que suelen acompañar a las dislipemias. Este mismo estudio puso de manifiesto la no aparición de la curva J en cuanto al descenso del cLDL y de los episodios cardiovasculares.
Por su parte, los resultados del estudio JUPITER pusieron de manifiesto que añadir ezetimiba a las estatinas produce beneficios adicionales respecto al descenso de eventos cerebrovasculares, sin incremento de efectos adversos. Posteriormente se valoró en una reducción del 18 % del cLDL.
Hay que tener en cuenta que existe una infravaloración de los riesgos por parte de los profesionales, debido a la sobrecarga de trabajo y sobre todo a la persecución por gasto farmacéutico.
Por este motivo, algunos profesionales no valoran tanto la prevención de patologías que elevan los riesgos cardiovasculares y tratan con estatinas de baja potencia en pacientes con niveles medios y altos de cLDL unidos a factores de riesgo, como el tabaquismo, el síndrome metabólico. Lo que conllevará a la aparición de accidentes vasculares en un futuro.
El abordaje de la dislipemia se debe realizar teniendo en cuenta los factores de riesgo que presenta el paciente, las cifras de cLDL y su situación socioeconómica.
En prevención secundaria hay que evitar el uso de terapias poco activas, porque provocan abandono de tratamiento al no conseguir resultados y un incremento de complicaciones cardiovasculares. Por eso, la pauta combinada es una opción a considerar.
En este contexto, es importante evitar la teoría del ascensor: empezar por tratamiento iniciales poco efectivos y dirigirse a tratamientos más potentes que descenderán los niveles de dislipemias y reducirán los riesgo cardiovasculares.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores especialistas en Atención Primaria Miguel Aguirre Ferrite, en Dalías; los cardiólogos Jesús Aceituno Cubero, Alejandro Dionisio Sánchez Espino y José Antonio Aparicio Gómez, del Hospital de Torrecárdenas, Daniel Sebastián Bravo Bustos, del Hospital La Inmaculada, y Daniel Cepero García, endocrinólogo en Bola Azul.
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