ÁREA CARDIOMETABÓLICO

El cálculo del riesgo es básico en prevención primaria

La prevención primaria consiste en la aplicación de diversas medidas encaminadas a mejorar el control de los llamados factores de riesgo cardiovascular. Una vez que ya están presentes en una persona podrían favorecer el desarrollo de enfermedad arterioesclerótica.

Dependiendo de las características individuales de cada persona, se deben recomendar distintos tratamientos con la idea de disminuir la incidencia de la enfermedad cardiovascular.

El cálculo del riesgo de padecer una enfermedad cardiovascular se basa habitualmente en la evaluación de los factores de riesgo clásicos.

Además de los factores de riesgo cardiovascular clásicos y modificables, existen otros a tener en cuenta, que son difícilmente modificables o no modificables en absoluto, que pueden aumentar el riesgo de padecer algún tipo de enfermedad cardiovascular, como son la edad, sexo, lugar de procedencia, antecedentes familiares de factores de riesgo cardiovascular, factores psicosociales y ambientales.

Recomendaciones

La Guía ESC 2021 sobre la prevención de la enfermedad cardiovascular en la práctica clínica se centra en la prevención del riesgo de enfermedad aterosclerótica. Esto incluye identificar y tratar factores de riesgo y predicción del riesgo de enfermedad aterosclerótica.

Por eso, identificar a los pacientes que más puedan beneficiarse del tratamiento de los factores de riesgo de enfermedad aterosclerótica es esencial para prevenirla. Cuanto más alto sea el riesgo absoluto de enfermedad cardiovascular, más alto será también el beneficio de tratar los factores de riesgo. Con estos datos, la estimación del riesgo de enfermedad cardiovascular continúa siendo la piedra angular de esta guía.

Determinar el riesgo

En personas aparentemente sanas, como prevención primaria, se debe estimar el riesgo cardiovascular a 10 años y actuar de la siguiente manera: en personas <50 años que tengan un riesgo cardiovascular a 10 años >7.5% hay que tratar directamente los factores de riesgo cardiovascular. Esto incluye TAS <140mmHg (130mmHg si tolera) y LDL <100mg/dl (recomendación lla).

En personas entre 50 y 69 años, también es recomendación la disminuir el LDL <100mg/dl si el riesgo cardiovascular estimado a 10 años es >10 %.

En personas de >70 años, si el riesgo cardiovascular estimado a 10 años es >15 %, entonces la recomendación de disminuir el LDL <100mg/dl es llb.

Cuando el riesgo es menor al 15 % se podría reducir también el LDL pero habría que tener en cuenta otras situaciones basales del paciente a mayor edad, donde probablemente asocie otras comorbilidades y teniendo especial cuidado con la polifarmacia.

Cambio de estilo de vida

Es importante centrarse también en la adherencia a los cambios en el estilo de vida, ya que de poco vale que el paciente sólo sea tratado farmacológicamente y no cumpla con el resto de las medidas, que son fundamentales.

Hay que tener en cuenta que el consumo excesivo de alcohol se relaciona con disfunción mitocondrial, disfunción vascular, apoptosis celular, así como un aumento de inflamación y del estrés oxidativo, entre otros mecanismos que influyen en el aumento del riesgo cardiovascular.

Al no existir evidencia robusta de estudios aleatorizados, hay que ser prudente a la hora de aconsejar acerca del consumo de alcohol. No se puede recomendar el consumo de alcohol como medida de prevención cardiovascular.

Obesidad

Con respecto a la obesidad, se trata de una enfermedad con una patogénesis compleja, con influencia de factores biológicos, psicosociales y del medio que nos rodea.

Uno de los principales factores que influyen es el aumento del tejido adiposo sobre todo abdominal y visceral. Se ha visto que en pacientes que no cumplen criterios de obesidad pero que presentan un aumento del tejido adiposo abdominal y visceral existe un claro aumento del riesgo cardiovascular. Ese riesgo es independiente de su índice de masa corporal.

El principal objetivo de la prevención cardiovascular es disminuir la incidencia de la enfermedad cardiovascular, tanto a nivel coronario como cerebral o periférico, con la intención de prevenir la discapacidad y muerte prematura.

La dieta mediterránea y el ejercicio físico regular son pilares básicos de dicha prevención.

Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores Barbara Izquierdo Coronel, Paula Awamleh García, Rebeca Mata Caballero, Leticia Diaz Rodríguez, Jefferson Salas Castro y Diego Jiménez Sánchez.

Ester Crespo

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