Los científicos del Instituto Salk de Estudios Biológicos, en Estados Unidos, han descubierto un objetivo molecular inesperado de un tratamiento común para la alopecia, una condición en la que el sistema inmunológico de una persona ataca sus propios folículos pilosos, causando la pérdida de cabello. Los hallazgos, publicados en la revista ‘Nature Immunology’ describen cómo las células inmunitarias llamadas células T reguladoras interactúan con las células de la piel utilizando una hormona como mensajera para generar nuevos folículos pilosos y el crecimiento del cabello.

“Durante mucho tiempo, las células T reguladoras se han estudiado por cómo disminuyen las reacciones inmunes excesivas en las enfermedades autoinmunes –explica el autor correspondiente Ye Zheng, profesor asociado en el Centro NOMIS de Inmunobiología y Patogénesis Microbiana del Salk–. Ahora hemos identificado la señal hormonal ascendente y el factor de crecimiento descendente que realmente promueven el crecimiento y la regeneración del cabello de forma totalmente independiente a la supresión de la respuesta inmunitaria”.

Papel de las células T reguladoras

Los científicos no empezaron estudiando la caída del cabello. Estaban interesados en investigar el papel de las células T reguladoras y las hormonas glucocorticoides en las enfermedades autoinmunes. (Las hormonas glucocorticoides son hormonas esteroides derivadas del colesterol y producidas por la glándula suprarrenal y otros tejidos). Primero investigaron el funcionamiento de estos componentes inmunitarios en la esclerosis múltiple, la enfermedad de Crohn y el asma.

Descubrieron que los glucocorticoides y las células T reguladoras no funcionaban conjuntamente para desempeñar un papel importante en ninguna de estas enfermedades. Así que pensaron que tendrían más suerte buscando entornos en los que las células T reguladoras expresaran niveles especialmente altos de receptores de glucocorticoides (que responden a las hormonas glucocorticoides), como en el tejido cutáneo. Los científicos indujeron la caída del cabello en ratones normales y en ratones que carecían de receptores de glucocorticoides en sus células T reguladoras.

“Al cabo de dos semanas, observamos una diferencia notable entre los ratones: a los normales les volvió a crecer el pelo, pero a los que carecían de receptores de glucocorticoides apenas les creció –recuerda el primer autor, Zhi Liu, becario postdoctoral del laboratorio de Zheng–. Fue muy llamativo, y nos mostró la dirección correcta para avanzar”.

Los hallazgos sugieren que debe haber algún tipo de comunicación entre las células T reguladoras y las células madre del folículo piloso para permitir la regeneración del cabello.

Utilizando diversas técnicas para controlar la comunicación multicelular, los científicos investigaron entonces cómo se comportaban las células T reguladoras y los receptores de glucocorticoides en muestras de tejido cutáneo. Descubrieron que los glucocorticoides ordenan a las células T reguladoras que activen las células madre del folículo piloso, lo que conduce al crecimiento del cabello.

Esta interrelación entre las células T y las células madre depende de un mecanismo por el que los receptores de glucocorticoides inducen la producción de la proteína TGF-beta3, todo ello dentro de las células T reguladoras. El TGF-beta3 activa entonces las células madre del folículo piloso para que se diferencien en nuevos folículos pilosos, promoviendo el crecimiento del cabello. Otros análisis confirmaron que esta vía era completamente independiente de la capacidad de las células T reguladoras para mantener el equilibrio inmunitario.

Sin embargo, las células T reguladoras no suelen producir TGF-beta3, como ocurrió en este caso. Cuando los científicos escudriñaron las bases de datos, descubrieron que este fenómeno se produce en el tejido muscular y cardíaco lesionado, de forma similar a como la depilación simuló una lesión del tejido cutáneo en este estudio.

“En los casos agudos de alopecia, las células inmunitarias atacan el tejido cutáneo, provocando la caída del cabello. El remedio habitual es utilizar glucocorticoides para inhibir la reacción inmunitaria en la piel, de modo que no sigan atacando los folículos pilosos –explica Zheng–. Aplicar glucocorticoides tiene el doble beneficio de desencadenar que las células T reguladoras de la piel produzcan TGF-beta3, estimulando la activación de las células madre del folículo piloso”.

Este estudio reveló que las células T reguladoras y las hormonas glucocorticoides no son sólo inmunosupresoras, sino que también tienen una función regenerativa. Ahora los científicos van a estudiar otros modelos de lesión y aislarán las células T reguladoras de los tejidos lesionados para controlar el aumento de los niveles de TGF-beta3 y otros factores de crecimiento.

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